jueves, 12 de marzo de 2015

FRANCISCO GONZÁLEZ MACIAS ("El Comercio", 11/03/2015)


Sé casi con toda certeza que sólo a los más viejos este nombre les sonará. Sin embargo, el escultor –que eso era Macias- dejó huellas suficientes en nuestra ciudad como para ser recordado y no sólo eso, sino que su obra forma parte de esos iconos que hacen que reconozcamos inmediatamente un lugar o una persona, toda vez que forman parte del patrimonio histórico artístico inserto en el paisaje urbano. Macías, que no era asturiano, sino de Béjar, dejó para nuestro disfrute una extensa obra diseminada por toda la ciudad que, aunque no reparemos en ella, nos sale continuamente al paso. Desconozco el número de esculturas con las que nos podemos topar, pero más de las que se pudiera pensar.
 Tenemos obra en  el parque de Isabel La Católica. Perdón, teníamos, porque las esculturas han sido retiradas y permanecen – bajo promesa- a la espera de ser retornadas a su lugar. Un conjunto escultórico de tres piezas: “Niña dibujando en la arena”, “Juani” (mujer sentada contemplando los juegos), “Travesuras” (niño subiéndose a un pedestal). Quienes tenemos cierta edad aún recordamos esas esculturas entrañables, de formas redondeadas, amables, tiernas, que estando talladas en piedra eran cálidas porque evocaban la infancia feliz. A quien corresponda, al organismo pertinente, le pediría que fuesen devueltas allí donde se pusieron en 1968.


Mejor suerte han tenido los bustos colocados en diferentes partes de la ciudad. Dieciséis de personajes ilustres de Gijón, si he contado bien, que están en la fachada principal de la  Feria Internacional de Muestras, realizadas por encargo de la Cámara de Comercio.  En Cimadevilla el del periodista Arturo Arias, en la plaza que hoy lleva su nombre – el de Arturo-, y que antaño llamábamos Campo de las Monjas. En Somió, concretamente en la glorieta de Villamanín, el busto que en 1973 cinceló el escultor al ilustre filántropo Dionisio Cifuentes. 
Cincelando el busto del pintor "Marola"
Y cambiando de barrio, en Pumarín se colocó en 1976 el de Severo Ochoa, en su misma plazoleta. En el Cerillero está el doctor Calixto Rato y en el  parque del Lauredal Carlos Prieto Álvarez- Buylla. Todos ellos a pie de calle, porque en el museo Casa Natal de Jovellanos  tiene una talla de madera del ilustre polígrafo y en colecciones privadas obran los de Marola, Severino Canteli, Jesús Revuelta… En una  exposición organizada por el Museo del Ferrocarril se expusieron en  el 2013  un conjunto de 24 bustos de empresarios, industriales y personalidades relevantes que en este Gijón de post guerra dejaron, de una u otra forma, huella en nuestra ciudad. La obra de Macías – la huella del artista- nos recuerda nuestro pasado, no lo olvidemos nosotros a él. 

De izquierda a derecha: Fernando Redruello, Macias, Carlos Roces y Alfonso Iglesias

jueves, 5 de marzo de 2015

"LA BELLEZA Y LA IMPERFECCIÓN", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ- BUYLLA en "LA NUEVA ESPAÑA"


La belleza es difícil de clasificar porque lo que para uno es bello para otro puede no serlo, pero en líneas generales hay unos cánones de belleza que son más o menos parecidos para todo el mundo. Aparte de esos cánones hay cosas y personas que resultan bellas o atrayentes por su misma imperfección, porque les vuelve originales y diferentes. Voy a dar unos cuantos ejemplos, todos referentes a mí o a mis cosas para no ofender al resto del persona.
Mi coche es un ejemplo de esto que he dicho, al menos para mí. Es pequeñito y muy cómodo para andar por ciudad y aparcar en cualquier sitio. Además por dentro es más amplio de lo que aparenta. Pero resulta que el garaje de nuestra casa está mal diseñado y aunque es muy grande sólo caben un coche normal y el mío de aquella manera. Tardé un poco en aprender a aparcar y conseguí alguna abolladura que otra. Ahora aparco muy bien pero a veces el otro coche que está aparcado no está bien y el resultado es otra abolladura. Así he conseguido tener unas cuentas, más unas cuantas ralladuras. Resultado un coche con la carrocería en estado lamentable, lleno de sillas de niños, libros y paraguas. Me he convencido que es un coche con personalidad y que todo el mundo conoce, me imagino a mis vecinos  diciendo-Allá va la abuelita chiflada-  cantando a voz en cuello porque siempre llevo la radio puesta.
Otro ejemplo de imperfección a la enésima potencia es nuestra casa. No tiene aleros, con lo cual la lluvia arrolla por las paredes, dejando unos surcos que nos juraron que se quitaban y luego pintaban encima con una pintura traída de no sé dónde. Bueno pues no se quitó nada y la pintura podrían haberla traído de Olloniego y no ir tan lejos para lo que sirvió. Es una casa llena de estrías, goteras y humedades. Sin embargo un arquitecto nos dijo una vez que era una casa con personalidad que no se parecía a ninguna, eso la hacía parecer hermosa. Fingiré creerlo.
La calefacción nunca funcionó bien y como es bastante grande cuesta como si calentaras tres casas. Toda la vida estuvo como un cuerno. Como a nosotros nos gusta invitar gente a casa y siempre la tenemos llena de amigos, niños y parientes, lo que hacemos es repartir mantas por toda la casa, todo el mundo que venga a visitarnos tiene derecho a su manta. Eso sí las tengo muy monas y de todos los colores, lo que contribuye a hacer que la casa resulte más “cozy” cómoda como dicen los ingleses. Y también damos bien de comer, lo que desde luego anima.
A mí me gustaría creer que yo también tengo la belleza de la imperfección, pero me temo que tengo la imperfección sin la belleza. Yo era bastante guapa de pequeña, parece ser, pero a los siete años me dio por engordar y deslucí bastante. Yo creo que hasta entonces me daban purés, pescados y cosas así y no comía nada, cuando probé la tortilla de patata y el chocolate fue mi perdición. Así que aquella niña, convertida en un saco de complejos, no acababa de encontrar su belleza imperfecta y no hay nada más triste que verse fea porque entonces todo el mundo te ve así.
Andando el tiempo fui mejorando algo, pero el destino no quería que yo fuera guapa, así que me dio una parálisis facial y me dejó la cara a la virolé,  la boca torcida y un ojo más pequeño que el  otro y que llora sin parar. También mejoré algo pero no lo suficiente. Así que me miro al espejo esperando descubrir si mis imperfecciones me vuelven bella y entonces me acuerdo de mi padre que siempre me decía que lo importante era la belleza del alma. Así que como no pienso ir a retocarme a un centro de estética ni nada parecido, voy a intentar mejorar mi belleza mejorando mi alma. Creo que eso es más importante que todo lo demás y redunda en beneficio de los otros.
Cuidar a todos los quiero, abriendo mis brazos fuerte, fuerte para acogerlos a todos, darles mi apoyo siempre que puedo, por supuesto no siempre es posible pero se avanza. Esto me hace feliz y casi, casi, me siento bella o no me importa no serlo.  

martes, 3 de marzo de 2015

TODO VA BIEN EN LA SANIDAD PÚBLICA ¿?

Todo va bien en la sanidad pública. Al menos eso es lo que nos cuentan nuestros políticos día sí, día también. No es cierto, las cosas van rematadamente mal para nosotros, los ciudadanos de a pie. Cuento la historia y se me va a entender perfectamente, sin falta de más explicaciones.
Hace unos meses me puse  enferma –no fue grave, aclaro para tranquilidad de mi gente, pero uno de esos virus que no te abandonan- y tras peregrinar media docena de veces al sufridor médico de cabecera –culpable de nada-, éste decidió mandarme al especialista ya que la dolencia no remitía. El especialista- que tardó en recibirme un tiempo “prudencial” de dos meses-, ordenó una ecografía y unos análisis y volver con las pruebas realizadas. ¡Por fin! Pasaron 40 días más y me  llaman para la ecografía. Con ella –no en mano- pero sí efectuada, me dirijo al departamento de coordinación para pedir nueva cita con el especialista. Toman nota y me comunican que me avisarán. Tímidamente osé preguntar si tardarían mucho. Y con toda corrección me responden que sí, que tardarán un poco, porque el cupo para este año ya está cubierto. ¿? A cuadros quedo.
Esto, que parece una broma, no lo es: sucedió tal cual.
Me pregunto si alguien será capaz de dar una explicación coherente. Sin coherencia ya nos han dado demasiadas.
Por fortuna mi paciente médico de cabecera supo tratarme correctamente y el virus se ha ido con viento fresco.