miércoles, 12 de marzo de 2014

EL ATENEO JOVELLANOS RINDIÓ UN HOMENAJE A INÉS FERNÁNDEZ HURLÉ

CRÓNICA PUBLICADA EN EL COMERCIO POR JESSICA M. PUGA :
El Ateneo Jovellanos celebró un homenaje póstumo a la fundadora de 'La Brocha' por su «gran dedicación a la divulgación cultural» 
Una mujer dedicada por entero al mundo cultural y artístico. Vital, fuerte y entusiasta en la vida, y metódica, ordenada, constante y culta en su quehacer laboral. Muchas fueron las palabras usadas ayer para describir a Inés Fernández Hurlé en el homenaje póstumo celebrado en el Ateneo Jovellanos.
De su iniciativa nació el proyecto 'La Brocha', la publicación que creó con miras a reunir en un papel la oferta artística de Asturias, y que llegó a convertirse en la revista informativa de temas de actualidad poética y literaria durante sus 25 años de vida. A este proyecto, Inés Hurlé dedicaba todo su tiempo libre, encargándose tanto de la parte de documentación, como de la gestión de publicidad y su divulgación, llegando a mantener comunicación con 1.000 galerías de toda España y más de un millar de artistas. «Gracias a ella construimos un Gijón mejor», señaló en el acto Álvaro Muñiz, presidente del Ateneo, quien estuvo acompañado de Luis Rubio, su vicepresidente.   
iNÉS f. HURLÉ  El fruto de su trabajo descansa, tres años después de su muerte, en el Centro Documental de Cajastur en Muralla Romana de Gijón. Su responsable, Javier Menéndez, es el encargado de proteger y divulgar los más de 11.400 dossieres y 40.000 catálogos que conformaron la hemeroteca de Inés Hurlé. «Lo que ella consiguió aún no ha habido nadie que lo supla», destacó su amigo, el pintor Roberto Díaz de Orosia al respecto, al tiempo que sostenía dos ejemplares de la revista, de los que leyó algunos fragmentos.
La parte más emotiva del acto estuvo protagonizado por Elena Fernández e Inés Lombas, amiga e hija respectivamente de la homenajeada. Su hija recibió de manos del presidente del Ateneo un dibujo conmemorativo en agradecimiento por donar a la institución la colección privada de poesía de su madre. Por su parte, Elena Fernández rememoró cómo fue su amistad con Inés, desde la infancia a los viajes familiares y las excursiones domingueras. «Ella se inventó los domingos gastronomico-culturales, que nos llevaban cada semana a diferentes parajes en los que primero ella nos contaba las historias, nos mostraba los secretos, y en los que luego aprovechábamos para comer», señaló, no sin antes referirse a su amiga como "la mujer que formó mi modo de comportamiento y colaboró en hacerme mejor persona".                                         

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