sábado, 27 de agosto de 2011

"PLAZA DE ESPAÑA"

Los lunes –afortunadamente el próximo pasarán el último capitulo- se exhibe en la - de televisión una serie llamada Plaza de España, que emulando –supongo- el guión de La vaquilla del genial Berlanga, trata –y digo trata, pues no se le acerca ni de lejos- de ofrecer una visión de la Guerra Civil española a modo de aquella comedia protagonizada por un grupo de soldados republicanos –actores de primera línea- que se infiltran en la zona nacional. No voy a poner en duda la calidad de los actores que representan Plaza de España: interpretan a las mil maravillas el estúpido –en mi modestísima opinión- insulso y ridículo guión de los militares que, según la obrita, hicieron la guerra. La acción, como no podía ser de otra manera, se desarrolla en un pueblo perdido de esa llamada España profunda en la que el analfabetismo, en el más amplio sentido de la palabra, era lo de los más normal; y es precisamente el ridículo que origina esa ignorancia el que ha de hacernos reír. Hace unos años, todos –por aquello de que era lo que nos habían enseñado- nos reíamos de las tonterías, hago redundancia, del tonto del pueblo, de la ignorancia de la chacha o de todo aquello que marcara una diferencia social propia de quien no había recibido ningún tipo de formación . Han pasado 26 años desde que se estrenó La vaquilla y puede que entonces nos hicieran reír unos soldados ridiculizados y atrapados en situaciones cómicas, fruto –no hay por qué ocultarlo de la ignorancia-, pero todo ha cambiado mucho –o debería de haber cambiado-, resulta impensable que hoy nadie se pueda reír de la ignorancia de unos soldados "tontos" a órdenes de un coronel más tonto todavía y ridículo que acentúa su estupidez por ser bizco, y las de un teniente zafio. Órdenes que recaen en un pueblo... de idénticas características. Creo que nuestra incivil guerra no tuvo nada que ver con esas mofas –muy divertidas, por cierto en las parodias del genial Gila, pero nada más- pero esperpénticas en los personajes que se les han asignados a –repito- magníficos actores. Supongo que quienes han hecho la guerra, que quienes en algún momento han vestido –obligados o por vocación, que lo mismo da- un uniforme militar y un fusil al hombro no se sentirán representados en esos burdos “soldados”, ni puede que les haga demasiada gracia. No me la hace a mí para quien los militares son una rara especie fuera del alcance de mi entendimiento. La guerra, por desgracia, no ha sido un mal chiste y Berlanga sólo ha habido uno. Los sucedáneos son como la sacarina para el café, uno tiene que conformarse, pero no sabe bien. Supongo que tendrá mucha audiencia, pero record bate tele cinco a base de infelicidades, trapos sucios, discusiones domésticas y un largo etcétera de famosos sin escrúpulos capaces de afirmar que se acostaron con tal o con cual y, al final, por dinero. No creo que todo sirva, nada es más gratificante que la risa, pero hay cosas serias que mejor no ridiculizar si no se posee un gran talento. Reirse de la ignorancia burdamente, como que no -que dicen los jóvenes- como que no va a potenciar ni cine ni teatro. Lo malo....


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