sábado, 20 de agosto de 2011

CARMEN MORIYÓN: MUCHO MÁS QUE ALCALDESA

OPERAR ME MANTIENE EN CONEXIÓN CON OTRA REALIDAD (Carmen Moriyón)
Carmen Moriyón continúa realizando intervenciones mamarias de forma esporádica y altruista
(Entrevista publicada en el diario El Comercio 20/08/2011)

Hospital de Begoña. Tarde de un miércoles de verano. Apenas se le pueden ver los ojos, pero son de sobra identificativos. Es Carmen Moriyón. Lleva puesta la ropa de cirujano, gorro, mascarilla y guantes. Zuecos azules, tipo 'crocs', que contrastan con el verde de la equipación, y un ángel de la serenidad prendido en la solapa de la bata. Hoy, por unas horas, vuelve a ser la doctora Moriyón. Las 24 del día, recuerda, «soy alcaldesa». En realidad, solo unos pocos y, por supuesto, sus pacientes, lo saben, pero desde que fue elegida para dirigir los designios de la ciudad bajo las siglas de Foro, siempre ha conservado «algo de tiempo personal» para seguir dedicándose a su profesión, la de cirujana especializada en mastología. Y no porque quiera, como dicen en la jerga médica, «hacer manos», es decir, seguir practicando para no perder la técnica, «sino porque tengo unos compromisos adquiridos con unas mujeres a las que o bien operé y ahora hago el seguimiento, o bien fueron diagnosticadas y quieren que las opere. Y no las voy a dejar tiradas», asegura.
Además, por qué no decirlo, «porque me encanta. Es mágico entrar por la puerta de este hospital y que todo vuelva a ser como antes. Aquí a nadie se le escapa otro tratamiento que no sea el de 'doctora Moriyón' y eso, qué quiere que le diga, es muy reconfortante».
Porque ponerse la bata y los zuecos le ayuda a seguir cerca de lo que verdaderamente importa. «Operar me mantiene en conexión con otra realidad. ¿Qué trabajo puede haber más real que el que te mete en un quirófano para resolver un problema de salud? Y eso es lo que me gusta a mí, trabajar y resolver y eso es lo que quiero hacer en este Ayuntamiento, trabajar y resolver».
La doctora Moriyón opera de forma esporádica y no ingresa un euro por las operaciones que realiza: «Esa cuestión la solventé hablando con la dirección del hospital y el acuerdo al que llegué es que los beneficios que se obtuvieran se destinaran a una asociación benéfica de la ciudad». Y así es, y así se lo explica a las pacientes a las que atiende siempre que puede y tiene un hueco libre. Otro tema, insiste en que debe quedar claro, es que «todas las pacientes vienen de las distintas mutuas que existen en el mercado, por lo que ellas no pagan. De momento no he hecho ninguna intervención privada y si viniera, tendría que estudiar la manera de que el cobro se derivara a esa misma asociación con la que colaboro», indica.
Entrenamiento
De su experiencia de veinte años como cirujana se ha llevado mucho a su despacho en el Ayuntamiento: «El entrenamiento físico y mental que te dan las guardias de cirugía no lo sabes hasta que no entras por esta puerta -dice, indicándola-. Cuando estás allí dentro no te das cuenta, pero nunca habrá una tarea en este Ayuntamiento que requiera más concentración que estar encerrado siete días al mes durante las 24 horas operando de urgencia, de ocho a ocho, y sin saber lo que te puede entrar por esta puerta, desde un accidente de tráfico a una apendicitis».
Así que tiene muy claro el mensaje para quienes pudieran achacarle inexperiencia política: «Esta actividad, la de cirujano, nos capacita para todo. Pude tener dudas al principio, pero ahora no, soy capaz de esto y de más», dice, refiriéndose a su posición como primera edil. Y extiende esa idea a todo su equipo: «Somos más que capaces, todos venimos de currar y eso te da un hábito que se puede aplicar a todos los campos de la vida».
No obstante, Moriyón no cree que el suyo deba ser el ejemplo, es decir, no espera que otros políticos con profesiones tengan necesariamente que seguir desempeñándolas: «Cada uno es cada uno, yo respondo de mí. Además el mío es un caso excepcional porque soy médico-cirujano, no es lo mismo». Y de inmediato le viene a la cabeza la figura de Umberto Veronesi, en quien se mira: «Fue ministro de Sanidad en Italia y siempre siguió trabajando en lo suyo e, incluso, se mantuvo en el cargo de director del Instituto de Tumores de Milán».
De hecho, la alcaldesa no se limitará a hacer intervenciones quirúrgicas de manera esporádica, también continuará con sus clases en la Fundación de Estudios Mastológicos, de la que es miembro. «Enseño patología mamaria en la Universidad Menéndez Pelayo y es algo que no quiero dejar. Damos clase de octubre a mayo los segundos viernes de cada mes y me viene muy bien porque esos viernes hay Pleno, así que después puedo coger el avión».
-¿Y nunca se cansa?
-Pues como todos, pero eso es vida. Me mantiene en contacto con mis compañeros y también en contacto con la comunidad científica. No quiero despegarme porque sé que esto de ser alcaldesa algún día se va a acabar, pero nunca dejaré de ser médico y en mi tiempo libre yo decido lo que quiero hacer. Podría ir a nadar al Grupo o a hacer la ruta del colesterol... Además, mucho peor sería tener una guardia el domingo ¿no?
-Pero volvamos al quirófano. ¿Cómo hace para pasar de una comisión de Hacienda o de una junta de Gobierno a una sala de operaciones? No puede resultar tan sencillo...
-Pues en cierta medida, sí lo es. Hay una técnica adquirida, son veinte años en ello y, además, siempre nos enseñan que no se opera solo con las manos, también con la cabeza. Y la verdad es que tengo esa capacidad para cambiar de chip sin problema. Incluso diría que me relaja operar.
En todo caso, la doctora Moriyón sí sigue un pequeño ritual antes de comenzar la intervención, «un paseíllo», dice ella, en argot taurino. «Saludo a la paciente, le digo que todo va a pasar ya, que piense en algo agradable para despertar tranquila de la anestesia y, mientras el equipo entra, yo, que entro la última, me tomo un café».
Pero la medicina es solo un apunte, una cita adaptada a su agenda de alcaldesa, y nunca al revés. De ello es consciente Carmen Moriyón, que también encuentra temas fascinantes en su despacho de la plaza Mayor, como los de medio ambiente y los de los asuntos sociales. «Los temas ecológicos y de medio ambiente me encantan y soy especialmente sensible a los asuntos sociales. Pero, además, cuando me explican bien las cosas, porque a mí no me da vergüenza preguntar si no sé, le acabo encontrando encanto a temas tan áridos como pudiera ser el Plan General de Ordenación. Todo, cuando lo conoces, puede gustarte».
De la política extirparía dos tumores: «La hipocresía y holgazanería» y si la pregunta de moda es si se siente indignada, contesta: «Yo hago una definición, y el título que lo ponga quien quiera. Llevaba años, lo confieso, sin votar porque no me sentía representada por ningún líder y cuando vuelve Francisco Álvarez-Cascos me afilio y, no solo eso, sino que me propone como candidata y lo acepto. Sí, indignada, pero con compromiso, porque la indignación sin el siguiente paso, que es el compromiso, no vale para nada».
Quizás en eso radique precisamente el hecho de que Carmen Moriyón vuelva de vez en cuando al quirófano. El paso de un despacho de madera amplio, con sillón de piel, ventanales y cafetera particular a uno austero, sin ornamentos y en el que para tomarse un tentempié hay que levantarse para ir a la máquina es un «un sano ejercicio» que la alcaldesa quiere practicar siempre que pueda

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