sábado, 15 de enero de 2011

SIGUE LA MALA RACHA

¡Caray con el 2011! No gano para sustos y disgustos. Apenas han transcurrido los primeros quince días del año y ya he padecido tres duelos. El día de Reyes se fue mi amiga Ines Hurlé, a los pocos días -que ya sé que no es comparable, pero formaba parte de mi vida- mi mascota Obladi se me muere; y hoy, Jorge, de la farmacia Escalera, la de toda la vida, la del barrio, aquella a la que todos acudíamos con nuestros males, con 47 años se muere de un infarto en menos de cinco minutos. Así que hoy en el barrio andamos todos cabizbajos, no damos crédito a lo sucedido. Quien más y quien menos, pasamos por la farmacia la pasada semana, la gripe hizo estragos en el barrio y era precisamente Jorge quien nos facilitaba los remedios. Era el médico particular de casi todos los vecinos: hombres y mujeres envejecidos que la mayor parte de las veces más que medicinas necesitábamos consejos: que si toma mucha agua, que si haz reposo, que como mucho una aspirina, que... Y así ejercía Jorge ese difícil ministerio de curar más con la palabra que con la medicina. Y ya es difícil cuando a lo que te dedicas es a su comercialización, pero así era Jorge. En mi barrio hoy todos estamos tristes, no logramos entender la razón de esa muerte. Mi madre me decía: es que Dios se lleva a los mejores. Habrá que creerla, pero ya podía apuntar para otro sitio, digo yo. Nosotros ya tenemos cubierto el cupo de las desgracias, pero no se debió de enterar. Que me perdone, pero esta noche antes de dormir, le echaré una buena bronca, por si sirve de algo.

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