lunes, 20 de julio de 2009

YO SÓLO PRETENDÍA COMPRAR BONITO

Bien podía titular lo que sigue, dialogo de besugos, pero en realidad lo que yo pretendía era simplemente comprar bonito. Transcribo a continuación la conversación de mi pescadero, ese hombre playu hasta la médula, que más que pescado hoy vendía conversación.
-Buenos días, quería bonito
-Muches gracies rapaza, un piropu nunca vien mal a estes hores.
-Aquél trozo, por favor.
-¡Vaya yo creí que me tabes llamando guapu.
- Eso también, hombre.
-¿Quítoy la espina?
-Sí, por favor.
-No si lo malo desto ye que cuando eres joven no disfrutes de la vida, y ahora ya…
-Bueno pero eres joven…
-¿Yo? Haber cuantos años me eches...
-¿?
-Pues tengo 50, aunque no lo parezca -lo parece-
-Joven, por supuesto
-Mire yo sientome vieyu, si quiero tar con una muyer to la noche, ya non puedo
-¿?
-Si quiero dir de juerga, tampoco
-Hombre, depende a lo que llame ir de juerga
-Pues tar de farra por ahí y tomar unes cuantes copes. Pero cá, ya non puedo beber. Y de muyeres nada
-¿?
A estas alturas de la conversación el bonito está ya dentro de una bolsa que se resiste a entregarme. Mientras tanto se incorpora una nueva clienta que pregunta: ¿De qué están hablando que no oigo muy bien?
-Pues de lo bien que toy desde que me separé, y de que les muyeres cuando te cases quieren gobernate y ya no te dejen vivir tranquilu.
-¿?
-Pues yo -aclara la señora- llevo casada 50 años.
-¿Y non tas aburría fía?
-No bobu ye que pa que el matrimonio funcione tien que ceder uno.
-¡Coño, pero no siempre el mismu!
Mientras tanto sigue agarrado a la bolsa que contiene mi bonito, imposible hacerme con ella.
-¿Y tú que dices, tengo razón, o no?
-Hombre…
-No si cuando era joven supiese lo que sé ahora no me pillaben.
-Aquí donde me ve, llevo vendiendo pescao toa la vida.
-¿Conoció usté la pescadería “Miami”. Taba en…Era de mi padre, allí aprendí yo el oficiu. Mucho trabayé yo limpiando pescao…
Una nueva clienta se incorpora al grupo y se une a la animada conversación, momento que aprovecho para quitarle la bolsa de las manos y salir pitando. Ni tan siquiera se enteró de enfrascado que estaba en la charla. Hoy no era ni el día ni la hora para comprar bonito. La próxima vez me aseguraré de que mi pescadero no tenga gana de palique, si es que eso sucede algún día. Llegué tarde a trabajar, y cómo habrá quedado mi cabeza de descolocada, para esto que estoy haciendo ahora: un diálogo de besugo. Pero así es mi ciudad, y así son sus genuinos personajes.

1 comentario:

  1. JAJAJAJA Pero tiene mucha sal, no me digas que no, Isabel. Yo creo que lo justo sería descontarte cinco céntimos por cada dos palabras y pagarte dos euros por escucharlo. Está visto que los mejores psiquiatras son las colientas (y "clientos" no vayamos a armarla)de los pescaderos, y los curas, y de estos últimos ya no quedan, ni falta que hace. Así que ¡vivan las clientas y los "clientos" de los pescaderos playos que alivian sus ganas de charlar!

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