martes, 23 de junio de 2009

¿QUÉ SERÁ DE MÍ SIN LAS BOLSAS DE PLÁSTICO?

No estoy de broma, la cosa es serie, se mire por donde se mire. He recibido un correo electrónico de uno de mis cibernéticos amigos, alertándome de los peligros que conlleva hacer uso de las bolsas de plástico. Y me he dado cuenta que prácticamente toda mi vida transcurre pegada a ellas. Empiezo comprando el pan a primera hora de la mañana y, lógicamente, lo recibo en la preceptiva bolsita. Paso por el supermercado y me hago con dos o tres más. Si me acerco a comprar un libro, no me lo envuelven, me lo entregan en... ¡bolsa de plástico! Tengo algo que llevar al trabajo y lo introduzco en ídem. Por no hablar en el arsenal de todo tipo que hay en uno de mis armarios: de todos los calibres y de todos los colores, se amontonan sin orden y concierto, hasta que llega mi madre, decide revisar, y me obliga a ordenarlas por tamaños, por posibles utilidades…Pero, una madre es una madre.Y, por lo que parece, esta no es una práctica de mi exclusividad, según un informe de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, cada año se consumen en el mundo entre 500 billones y un billón de bolsas de plástico. La cifra me produce escalofríos. En el mismo informe se añade que 4 millones de kilos de las susodichas bolsas van a parar al mar: invaden y contaminan todos los océanos del planeta, con el correspondiente deterioro ambiental que produce el polietileno termoplástico, derivado del petróleo del que están fabricadas. Los peces las confunden con alimentos, se enredan en ellas, perecen por los efectos nocivos del polietileno cuando entra en descomposición. Y, finalmente, entra en la cadena alimenticia. Un auténtico desastre para nuestros mares; y eso por no hablar del coste que supone el reciclaje de aquellas que se vierten en los basureros. Parece ser que cuesta más reciclar el plástico de una bolsa, que producirla. Vamos, que no hay por donde salvarlo. Así las cosas, habrá que ir pensando en buscar alternativas; aunque yo lo único que tengo claro es que perjudican -y mucho- el medio ambiente. Lo que no veo es la manera de prescindir de algo tan útil. Mi madre –a quien le canté los datos- me dice que lo mejor es volver a la antigua bolsa del pan, a la redecilla y, ¿por qué no? Al capazo de toda la vida. A mi se me ocurre pensar que algo inventarán; porque con cesto, la verdad, no me veo. Voy a aportar un poco más de la información numérica que me facilitaron: con una bolsa de tela ahorraríamos 6 a la semana, 24 al mes, 288 al año y unas 23.000 durante toda nuestra vida. Si extrapolamos las cifras al resto de los ciudadanos…Sin comentarios.Si has tenido la paciencia de leer hasta aquí, seguro que estás pensando que estoy de guasa: pues no. Bangladesh y China prohibieron ya las bolsas gratuitas; Irlanda las gravó con un impuesto y se redujo su consumo en un 90 %. En el 2005 se prohibieron en Ruanda. Y en Canadá, Israel, India del Oeste, Tanzania, Taiwán y Singapur, están en el proceso. En el 2007 San Francisco fue la primera ciudad de Estados Unidos que las prohibió. En ese mismo sentido caminan en otras ciudades americanas en este momento.Esta mañana he ido a hacer la compra y me han entregado una bolsa, de plástico por supuesto, con un letrero que decía: Reutilízame y cuando ya no te sea útil, tírame al contenedor amarillo. Fue la primera bolsa –he revisado las del armario que ordenó mi madre- que cayó en mis manos con esa recomendación. Creo que así lo haré en lo sucesivo. Y a la bloggera (hay que pedir que incluyan el término en la Real) de El cajón desastre de Afri -que me sigue-, y que tan bien domina la técnica del Patchwork, la animo para que patente un modelo de bolsas para ir a la compra de diseño.

2 comentarios:

  1. comentarios:
    Africana dijo...
    Oído cocina... marchando!!!

    21 de junio de 2009 21:18
    Anónimo dijo...
    Pues yo uso carrito y no necesito bolsas. Y si me dan alguna, meto en ella la basura. También es una manera de reciclarlas.
    Pero lo mejor, no usarlas. Porque cobrarlas, nos las cobran ¿o pensáis que no van incluidas en el precio de los alimentos? Por eso en los supermercados son tan generosos con ellas, de regalar, nada. Si nos las cobraran aparte tal vez lo veríamos de otra manera. Pero lo dicho, el carrito, además de resolver lo de las bolsas, no veáis la de problemas de espalda que evita.

    22 de junio de 2009 21:49

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  2. Tienes razón, ya conocía los datos por un correo, creo que tenemos que rechazarlas en las tiendas y llevar en el bolso una de tela ligera.

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